El 25 de Agosto de 1987, Raúl Alfonsín inauguraba el Hospital Garrahan.

El 25 de agosto de 1987, la Argentina inauguró uno de los proyectos más trascendentes de su historia sanitaria: el Hospital de Pediatría "Juan P. Garrahan". Aquel día, con emoción y orgullo, el entonces presidente Raúl Alfonsín encabezó la apertura de un centro pensado para cuidar a los más pequeños y vulnerables.
El Garrahan no fue solo un edificio moderno ni un complejo de alta tecnología médica. Representó, desde su concepción, la voluntad de un país de ponerse de pie tras años de oscuridad, apostando al futuro a través de sus niños. Alfonsín entendía que la democracia debía expresarse también en derechos concretos: salud, educación y dignidad para todos.
En su discurso inaugural, con esa voz firme y serena que lo caracterizaba, Alfonsín subrayó que aquel hospital era "una obra para la vida". Cada palabra estaba cargada de un simbolismo profundo: en medio de las dificultades económicas y políticas de la época, el Estado argentino cumplía con la promesa de invertir en el bien más valioso de la sociedad, sus hijos.
Desde entonces, miles de familias de todo el país encontraron en el Garrahan un refugio, un lugar de esperanza donde profesionales y trabajadores de la salud se convirtieron en aliados de la infancia. Hoy, casi cuatro décadas después, su inauguración sigue siendo recordada como un gesto de grandeza y humanidad.
Raúl Alfonsín dejó aquel día una enseñanza que trasciende el tiempo: la democracia no se construye solo en el Parlamento o en las urnas, sino también en cada hospital, en cada aula, en cada espacio donde el Estado se hace presente para igualar oportunidades y abrazar a su pueblo.
El Hospital Garrahan nació en 1987, pero su espíritu late en cada niño que allí recibe atención. Y con él, la memoria de un presidente que supo soñar un país más justo y solidario.