Comenzaban a liberarse los territorios ocupados por la Alemania de Hitler.
El martes 6 de junio de 1944, día 1739 de la Segunda Guerra Mundial, comenzó la Operación Overlord en las playas de Normandía, norte de Francia. Aquella jornada histórica sería recordada, desde entonces y para siempre, como el Día D.
Fue la mayor invasión marítima de la historia. Participaron 6939 buques de guerra, entre los que se destacaban los acorazados Rodney, Warspite, Nelson, Texas, Nevada y Arkansas, apoyados por cruceros, destructores, corbetas, transportes y lanchones para el desembarco de tropas y material.
Las cinco playas elegidas para el asalto final estaban totalmente fortificadas. Habían sido bautizadas con nombres claves por los aliados: Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. Las playas, a su vez, fueron subdivididas en 17 sectores. Para el régimen nazi eran inexpugnables, las llamaban “El Muro del Atlántico”.
En las primeras horas de aquella jornada histórica, 132.700 tropas cruzaron en forma escalonada el Canal de la Mancha, desde las costas de Inglaterra al norte de Francia. El desembarco fue precedido por un masivo asalto aerotransportado, llevado a cabo por 1200 aeronaves.
Las tropas norteamericanas tomaron las playas de Omaha y Utah. Los canadienses y los británicos se encargaron de las tres playas restantes: Juno, Gold y Sword.
Sin embargo, quienes componían dichas unidades pertenecían a un conglomerado internacional de combatientes que incluía a polacos, franceses, belgas, peruanos, holandeses, brasileños y 60 argentinos dispersos entre la aviación, el ejército y la armada, que recibieron allí su bautismo de fuego. Por aire, mar y tierra los voluntarios argentinos protagonizaron acciones en la primera línea de batalla, jalonando con su esfuerzo -y también con su sangre- las arenas de Normandía.
(LN)