Se cumplen cien años de la primera transmisión de “los locos de la azotea”.
El 27 de agosto de 1920, con una risible potencia de 5 vatios (hoy una pequeña radio FM de pueblo necesita 500 a 2.000 vatios), con un micrófono de sordos en el techo del Teatro Coliseo de Buenos Aires y una antena en el techo de una casa de remates cercana, transmitieron la ópera Parsifal, de Richard Wagner.
Eran cuatro chicos “bien”, todos radioaficionados: Enrique Susini, médico, Miguel Mujica, sobrino del anterior, Luis Carranza y César Guerrico, grupo que, por andar tendiendo cables por todos lados, eran llamados “los locos de la azotea”. Se calcula que esta transmisión llegó a unas cincuenta radios a galena de hasta 10 kilómetros de distancia, obviamente en AM. No era la primera emisión del mundo: apenas 71 días antes el italiano Guillermo Marconi y norteamericano David Sarnoff ya habían hecho la primera experiencia radial mundial.
La radio ha sido protagonista, por su inmediatez, de los hechos mas importante de la historia mundial. No sólo no ha perdido vigencia sino que se ha adaptado a las nuevas tecnologías, lejos de aquéllos pronósticos de su pronta desaparición.
En la provincia de La Pampa, es una herramienta fundamental de comunicación. Allí donde no llegan señales de celulares ni internet, en las pequeñas localidades o en el rincón más recóndito, está encendida una radio.