El aviador que creó un príncipe universal.
El mundo recuerda hoy al aviador y escritor francés Antoine de Saint Exupéry, al cumplirse 120 años del nacimiento del autor de El Principito, una obra traducida a casi 400 idiomas y dialectos.
Su espíritu innovador, pensamiento visionario y compromiso con los valores humanistas se mantienen como una fuente de inspiración, y son evocados en estos tiempos de desafíos, en los que su inmortal personaje procedente del asteroide B612 parece recordar que 'Lo esencial es invisible a los ojos'.
Nacido en Lyon y educado en el seno de una familia aristocrática, el piloto no pudo imaginar la trascendencia de sus creaciones, al dejar la vida terrenal con apenas 44 años durante la Segunda Guerra Mundial, en circunstancias sin esclarecer, mientras realizaba una misión de reconocimiento.
Saint-Exupéry fue un exitoso piloto comercial antes de la Segunda Guerra Mundial, trabajando en rutas de correo aéreo en Europa, África y América del Sur. Se unió a la Fuerza Aérea Francesa al comienzo de la guerra, volando misiones de reconocimiento hasta el armisticio de Francia con Alemania en 1940. Después de ser desmovilizado de la Fuerza Aérea Francesa, viajó a los Estados Unidos para ayudar a persuadir a su gobierno a entrar en la guerra contra los nazis.
Saint Exupéry llegó a la Argentina el 12 de octubre de 1929, junto con Jean Mermoz y Guillaumet, sus compañeros en la aviación. El primer vuelo se realizó el 20 de octubre de 1929, entre Buenos Aires y Comodoro Rivadavia. Las escalas fueron en San Antonio Oeste, cuyo Aeródromo lleva hoy el nombre de Saint Exupéry, y Trelew.
Muchas son las historias que reviven a propósito del aniversario, desde su tormentoso amor con la salvadoreña Consuelo Suncín, inspiradora de la rosa cuidada por el pequeño y aleccionador príncipe, hasta su traumática experiencia en el Sahara, en 1935, o su trágica muerte sobre el Mediterráneo nueve años después.